¿Cuál es la moraleja del conejo y la liebre?

Fábulas Clásicas: Liebres, Tortugas y Erizos

07/03/2024

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Las liebres, criaturas conocidas por su agilidad y velocidad, han capturado la imaginación de narradores a lo largo de la historia, convirtiéndose en personajes centrales de algunas de las fábulas más perdurables y enseñando lecciones valiosas sobre la arrogancia, la astucia y el esfuerzo. A menudo retratadas como veloces pero confiadas, protagonizan relatos que contrastan su rapidez natural con la constancia o la inteligencia de otros animales aparentemente más lentos. Exploraremos aquí algunas de estas famosas historias y a los autores detrás de ellas, basándonos estrictamente en la información proporcionada.

¿Quién es el autor original de La liebre y la tortuga?
EsopoLa liebre y la tortuga fábula de Esopo. [24] p.
Índice de Contenido

La Liebre y la Tortuga: Un Clásico Inmortal

Una de las fábulas más reconocidas mundialmente es, sin duda, la de La Liebre y la Tortuga. Atribuida al legendario fabulista griego Esopo, esta historia ha trascendido generaciones, enseñando una lección fundamental sobre la perseverancia frente a la arrogancia. En ella, la veloz liebre, confiada en su superioridad, se burla de la lenta tortuga y la desafía a una carrera. La liebre, segura de su victoria, se permite descansar durante la competición, mientras que la tortuga avanza sin detenerse, paso a paso. El desenlace es bien conocido: la tortuga, gracias a su constancia, cruza la meta antes que la dormida liebre, demostrando que la lentitud constante puede vencer a la velocidad intermitente y confiada.

La Liebre y el Erizo: Una Carrera Inesperada

Pasando de la antigua Grecia a la tradición oral europea recopilada en el siglo XIX, encontramos otra notable historia protagonizada por una liebre, esta vez enfrentada a un erizo. El cuento de La liebre y el Erizo es obra de los célebres hermanos Jacob Grimm y Wilhelm Grimm, conocidos por sus recopilaciones de cuentos populares. Esta historia, que el narrador afirma haber oído de su abuelo y asegura que es verdadera, comienza una hermosa mañana de verano en tiempo de siega, precisamente cuando el alforfón está en flor. El sol brilla, el aire mueve los trigos, las alondras cantan y las abejas zumban. Las personas van a la iglesia y todo el mundo, incluido el erizo, se alegra.

El erizo está tranquilamente frente a su puerta, con los brazos cruzados, observando el tiempo pasar y cantando para sí. En un momento de gran osadía, mientras su mujer lava y viste a sus hijos, se le ocurre la idea de dar un paseo por la llanura y visitar sus nabos, que se hallan cerca de su casa y que considera casi suyos. Dicho y hecho, el erizo cierra la puerta y se pone en camino.

Apenas ha salido de casa y va a pasar junto a una zarza al lado del campo de nabos, cuando se encuentra a la liebre, que también ha salido con una intención similar: visitar sus berzas. Al ver a la liebre, el erizo decide jugarle una treta y la saluda con mucha educación. Sin embargo, la liebre, que es un personaje que se tiene en alta estima y posee un carácter orgulloso, no solo no devuelve el saludo, sino que se burla del erizo, preguntándole cómo corre tan temprano por el campo con esas piernas.

¿Quién es el autor del cuento La liebre y el erizo?
Wilhelm Grimm ( coaut. )

Esta respuesta disgusta profundamente al erizo, pues lo único que le incomoda es que se burlen de sus piernas, ya que las tiene torcidas de nacimiento. A pesar de ello, el erizo mantiene la compostura y desafía a la liebre: "¿Te imaginas quizá que tus piernas valen más que las mías?". La liebre responde con arrogancia: "Lo creo al menos". El erizo, sin amedrentarse, replica: "Eso es lo que está por ver; apuesto a que, si corremos juntos, corro más que tú".

La liebre, considerando el desafío como una broma dada las "piernas torcidas" del erizo, acepta la apuesta. La apuesta es un luis de oro y una botella de aguardiente. La liebre está dispuesta a correr de inmediato, pero el erizo, con su plan ya en mente, pide media hora para ir a casa a tomar algo, a lo que la liebre consiente.

Al llegar a su casa, el erizo le explica rápidamente a su mujer la situación y le ordena que se vista para acompañarlo al campo. La mujer del erizo se muestra incrédula y preocupada, preguntándole si ha perdido el juicio al pretender competir en una carrera con la liebre. El erizo, sin embargo, la silencia y le dice que no se meta en asuntos de hombres, instándola nuevamente a vestirse y acompañarlo.

La mujer obedece a regañadientes. De camino al campo, el erizo explica a su mujer el plan. Correrán por ese campo grande, cada uno por un surco diferente. El erizo partirá de un extremo, y su mujer deberá esconderse en el surco al otro extremo. Cuando la liebre llegue cerca de ella, la mujer deberá levantarse y gritar: "Aquí estoy."

Llegan al punto designado. El erizo muestra a su mujer dónde debe esperar y él sube al otro extremo del campo. Allí se encuentra con la liebre, lista para empezar. Se colocan cada uno en su surco. La liebre da la señal: "Una, dos, tres." Y parte "como un torbellino, saltando varas enteras", moviéndose con una velocidad asombrosa. El erizo, por su parte, solo da dos o tres pasos y luego se agazapa en su surco, quedándose completamente inmóvil.

Cuando la liebre llega a grandes zancadas al otro lado del campo, creyendo haber ganado, la mujer del erizo, que es idéntica a su marido, se levanta y grita: "Aquí estoy." La liebre se queda muy sorprendida y maravillada, convencida de que ha oído al mismo erizo. Piensa para sí: "El diablo anda en esto."

Desconcertada, la liebre propone correr de nuevo. Y vuelve a partir "como un torbellino, saltando varas enteras", con sus orejas flotando al viento. La mujer del erizo no se ha movido de su puesto. Cuando la liebre llega al otro extremo del campo, el erizo (que estaba esperando allí) grita: "Aquí estoy." La liebre, ahora "fuera de sí", exige empezar de nuevo, correr otra vez.

¿Qué lección aprendió la liebre?
Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás. También de esto debemos aprender que la pereza y el exceso de confianza pueden hacernos no alcanzar nuestros objetivos.

El erizo, tranquilo y seguro de su astucia, responde: "¿Por qué no? Estoy dispuesto a continuar todo el tiempo que quieras." La liebre, impulsada por el orgullo y la confusión, corre así setenta y tres veces seguidas. El erizo y su mujer sostienen la estrategia hasta el final; cada vez que la liebre llega a un extremo u otro del campo, el erizo o su mujer, según corresponda, gritan siempre: "Aquí estoy."

A la setenta y cuatroava vez, el cuerpo de la liebre no puede más. La extenuación es total. Cae "rodó por el suelo, enmedio del campo la empezó a salir sangre por todas partes y expiró en el acto." La liebre, símbolo de la velocidad, muere por el esfuerzo, vencida no por una mayor rapidez, sino por la inteligencia, la planificación y la coordinación de la pareja de erizos. El erizo, victorioso, toma el luis de oro y la botella de aguardiente que ha ganado, llama a su mujer para que salga de su escondite en el surco, y ambos regresan a casa muy contentos. La historia concluye afirmando que, si no han muerto, todavía viven.

La historia de la Liebre y el Erizo, según el relato, encierra una moral importante. En primer lugar, nadie, por muy pequeño que sea, debe ser objeto de burla, ni siquiera un erizo. Y en segundo lugar, se considera que es bueno, al elegir pareja, que sea de la misma clase y semejante en todo a uno; si eres erizo, cásate con eriza, y lo mismo aplica a las demás clases. Se añade que, desde aquel suceso en el erial de Buxtelmde, ninguna liebre se ha atrevido a competir en carrera con un erizo de esa localidad.

Otras Fábulas y Personajes

Si bien las fábulas de la Liebre y la Tortuga, y la Liebre y el Erizo son muy conocidas, existen innumerables relatos protagonizados por animales. La pregunta sobre la fábula del Perro y la Liebre y su autor fue planteada, pero la información proporcionada no detalla quién es el creador de dicho relato ni su contenido específico. Esto nos recuerda la vasta cantidad de historias que existen y cómo cada una tiene su origen y su propia lección esperando ser descubierta.

Preguntas Frecuentes sobre estas Fábulas

¿Quién es el autor original de La liebre y la tortuga?
Según la información proporcionada, la fábula de La Liebre y la Tortuga es una fábula atribuida a Esopo.
¿Quiénes son los autores del cuento La liebre y el erizo?
El cuento de La liebre y el Erizo fue escrito por los hermanos Jacob Grimm y Wilhelm Grimm.
¿Cuál es la lección principal de La liebre y el erizo?
La historia de La liebre y el erizo ofrece varias lecciones según el relato. Una es que no debes burlarte de los más pequeños, incluso si son erizos. Otra, quizás más peculiar, es que es bueno casarse con alguien de tu misma clase y semejante a ti.
¿Cómo logró el erizo ganar la carrera contra la liebre?
El erizo ganó usando una astuta estratagema. Colocó a su esposa (que se parecía a él) al final del surco opuesto. Cuando la liebre llegaba al final, la esposa gritaba "Aquí estoy", haciendo creer a la liebre que el erizo ya había llegado.
¿Qué le sucede a la liebre al final de la historia de La liebre y el erizo?
La liebre, tras correr setenta y tres veces seguidas y escuchar siempre "Aquí estoy" al llegar a los extremos, se agota por completo. En el intento número setenta y cuatro, la liebre cae muerta en medio del campo debido al esfuerzo.

Estas fábulas, protagonizadas por liebres y otros animales astutos o perseverantes, nos recuerdan que la velocidad o la fuerza no lo son todo. La inteligencia, la planificación y la constancia pueden ser herramientas mucho más poderosas. A través de estos relatos clásicos, seguimos aprendiendo importantes lecciones de vida presentadas de una manera entretenida e inolvidable.

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